martes, 19 de febrero de 2008

La voz que dicta...

Necesitaba compartir las palabras que surcan mi mente...
Ahí está. Ahora está ahí. La voz que dicta. Y dormir, si es que se puede, no logra callarla.
Despertarse para vivir o sólo para salir de la cama. Soñar, añorar, presentir, presionar el día de hoy hacia el mañana, para que exista. Porque sí.
Debería estar despierta y lo estoy. Todo el día es también la noche. Y la noche es parte del día, sólo cuando no hay sol. ¿Qué hay de especial en el sol?
Habría que bajar al sol. Estrellarlo contra la Tierra. Sentir cómo la piel se nos desliza y se enrolla dejando la carne al aire, ardiendo, chorreando sangre y grasa, asándose, endureciéndose, ennegreciéndose como carbón.

Hasta no sentir más.
Hasta que con el cuerpo se nos haya ido todo lo que somos. La piel, la carne, los huesos, la materia gris de donde nos inventamos toda la otra materia para no estar solos.
Materia gris que piensa materias y las nombra y las crea y las forma y las explica y hace que suenen a verdades, para después preguntarse por la realidad de lo material, que sólo es real mientras nos acompaña.
Y lo que pensamos, incrustado en los kilos de materia gris que domesticamos por años, está ahí y no hay manera de extirparlo, de ponerlo sobre la mesa, de darle una forma, un nombre, meterlo en un diccionario.

No se puede.

Tenemos que entenderlo todo, ver para creer, masticar y tragar para sentir lleno el estómago. Lo que nos vemos a diario es la piel, los pelos, las uñas, la cara, la perspectiva que nos dio la altura para verle a los demás lo mismo: la piel, los pelos, las uñas, las caras; los cuerpos.
¿Cómo es que la voz está tan presente desde dentro de la materia gris? ¿Cómo es que se pregunta dudas que no le han enseñado? ¿De dónde viene la pregunta de mi mente? ¿Por qué yo no soy lo que creo ser, lo que quiero ser y soy al fin alguien que pueda callar el susurro constante de la pregunta?

…..Esa voz
…… ¿soy yo?