miércoles, 3 de febrero de 2010

retove de un disco

Poco a poco me fui quedando. Sentada primero, en la cama después. Esté es el color de mis miedos. En el imaginario de la silla y de la cama hay un montón de acciones plausibles que en la sola repetición de lo forzado se vuelven obsoletas, pierden todo atractivo. Leer, hacer el amor, escribir, tocar el piano, todo gira en las hojas de un calendario repetido y aburrido.
Hubo entonces un diagnóstico y hubo, por sobretodo miedo. Miedo al dolor, a la repetición del punzó recorriendo mi pierna y amenazando con la inmovilidad, grabandose en la memoria de mi piel, de mi carne. Miedo más allá a sentir el paso de los días como el arrastrar inútilmente una rama sobre la arena, trazo que vive pronto a ser ultimado por una ola o por el viento.